Conversamos con Marcos Delia, subcampeón del mundo y medalla de oro en los Juegos Panamericanos, en 2019, con la Selección Argentina de Básquet, sobre su carrera, el básquet en el país y en el mundo.
“Fue un camino muy largo y muy difícil, hasta acá, con mucho trabajo propio detrás y también de mi familia, bancando siempre, llevándome a jugar partidos y torneos cuando era chico. Desde ya, un trabajo de los clubes y las asociaciones, pero fundamentalmente de los entrenadores”, comienza Marcos Delia, pivote de la Selección Argentina de Básquet, que por estos días milita en las filas del Pallacanestro Trieste, en Italia. “En mi caso, con aciertos y errores, todo ese trabajo y ese apoyo, fueron fundamentales para mi desarrollo como deportista y para que pueda llegar a integrar la Selección Argentina de Básquet, llegando a disputar los Juegos Panamericanos, los Juegos Olímpicos y el último Campeonato Mundial de Básquet, y luego poder migrar a Europa”, añade.
Oriundo del Partido de Saladillo, un pueblo de 44.000 habitantes en el corazón productivo de la Provincia de Buenos Aires, el argentino, como literalmente todo el planeta, no estuvo exento del impacto de la pandemia, que llevó al parate total del deporte. “El primer impacto fue la cancelación de la liga a mitad de la temporada, allá por febrero o marzo del año pasado, cuando quedaba la etapa definitoria. Quedé un poco “colgado”, sin equipo, porque habíamos dejado de entrenar y trabajar como equipo, y tratando de mantenerme en forma de la mejor manera posible, desde mi casa. Fueron siete meses muy largos que, para cuando la temporada retomó su actividad, me encontraron sin equipo. Afortunadamente, en octubre, con la temporada ya empezada, surgió la posibilidad de sumarme a Pallacanestro Trieste, donde me recibieron con los brazos abiertos, pude jugar mucho y cerrar la temporada de la mejor manera. El 2020 fue una prueba muy dura, para la cabeza más que nada, pero el final fue feliz”, cuenta el argentino quien, curiosamente o no, es también ciudadano italiano.
Si bien es posible que no todas las personas que leen nuestro blog estén al tanto de la actualidad del mundo del básquet, es poco probable que no hayan escuchado, leído o visto la explosión de jugadores argentinos seleccionados para integrar las filas de distintos clubes de la NBA, la liga más importante y reconocida de básquet a nivel mundial. Con la referencia indiscutida de Manu Ginobilli y de otros gigantes como Nocioni, Oberto, Scola y Delfino, actualmente tres nuevos argentinos se sumaron a la liga norteamericana: Facu Campazzo, Gabriel Deck y Lucas Vildoza. “Este estallido de pases a la NBA se debe a que muchos argentinos que jugaron anteriormente en esa liga, son muy reconocidos y escuchados en la NBA, por lo que, probablemente, ellos aconsejen a managers de equipos sobre el enorme talento que tienen los jugadores argentinos, especialmente los que actualmente se desempeñan en Europa. También la NBA, en los últimos años, ha abierto más sus puertas a jugadores extranjeros o “jugadores FIBA”, como se los conoce”, comenta Delía. “Los jugadores argentinos aportan muchos diferenciales, pero creo que hay dos que son fundamentales: la inteligencia y la lectura del juego y la competitividad, el hambre de competir y ser mejor que el otro, no sólo a nivel individual, sino también a nivel equipo”, agrega el argentino, que repara también en el principal desafío que tiene emigrar: “Llegar a una liga nueva, donde tu entrenador y tus compañeros no te conocen ni vos a ellos, por lo que no hay un respeto a lo que saben que rendís. El desafío más grande es hacerse un nombre y ser considerado dentro de la liga y por los equipos como un jugador que ayuda a los equipos a ganar”.
Mirando un poco a lo local, Delía pone el foco en una problemática recurrente no sólo en el básquet, sino en la mayoría de los deportes, a nivel nacional: la infraestructura. “Es fundamental para que los jóvenes se puedan desarrollar con todas las comodidades y así alcanzar el desarrollo pleno que todos buscan. Con infraestructura me refiero a la disponibilidad de estadios de buen nivel, de gimnasios, de entrenadores. Todo eso ayuda a que inevitablemente uno mejore, sumado a la competencia, local, provincial, nacional y regional, que también es fundamental para el desarrollo. Finalmente, poder contar con una red que cace a los talentos jóvenes, especialmente en el interior del país, que es donde menos llegan los entrenadores y los scouts. Todas esas cosas creo que a la larga podrían dar grandes resultados”, opina Marcos.
Ya cerca del final de la nota, la conversación puso la mirada en los años venideros y en el futuro que el jugador proyecta para su carrera y, en especial, para su vida. “Quiero seguir jugando en la Selección, siempre ayudando a ganar y a mantener el nivel internacional y, obviamente, tratar de mantener un buen nivel en Europa, jugando en las mejores ligas y creciendo lo máximo posible. Lo que más quiero es vivir otro Mundial y otros Juegos Olímpicos con la camiseta argentina y jugar en algún equipo de la Euroliga”. “A nivel personal, aunque es una bendición que me da el básquet, quiero vivir en muchas ciudades, es algo que aporta muchísimo a la riqueza personal de uno, te abre mucho la cabeza, te hace ver otro mundo y otras culturas. Continuar viviéndolo es lo que me gustaría”, cierra el argentino.
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